sábado, 23 de mayo de 2009

El arquero

El campeón de los arqueros del pueblo de Salima se quejaba de no tener rival.
- Estas gentes, los salimitas, no son arqueros, y por tanto no pueden juzgar mi grandeza.
Lo repetía una y otra vez, a cualquiera que lo quisiera escuchar, y convenció a todos de su infelicidad.
Un día, cierto maestro sufi pasó por el pueblo, y se detuvo a beber un poco de té.
En la casa de té la gente le habló del sufrimiento del arquero.
- El pueblo cree que esta sufriendo - dijo el sabio-, pero de hecho el Altísimo ha sido generoso con ese hombre. Si se le hubiera colocado entre arqueros, estaría con el miedo constante de ser vencido. Si realmente hubiera necesitado adversarios de su misma categoría, nada le hubiera impedido encontrarlos.
Hasta que el hombre – y su audiencia – puedan escuchar el mensaje sin palabras y olvidar el mensaje verbal, permanecerá encadenado.