sábado, 9 de mayo de 2009

Consejo 84

Paul Klee

Al camello se lo conoce por su docilidad. Si un niño lo lleva de la rienda y lo conduce durante cien parsanags el lo seguirá; pero si se encuentran con un tramo del camino adonde haya posibilidad de destrucción el camello se rehusará a seguir delante. Como dice el dicho “la suavidad en el momento de la severidad es un error”. “Un enemigo se hace más peligroso si le muestras suavidad”.
Sé como el polvo bajo los pies de quien
sea amable contigo.
Pero échale polvo a sus ojos si actúa
con hostilidad.
No le hables amable y gentilmente al que
es brusco pues el hierro oxidado no
se limpia con una lima.
Saadi de Shiraz

viernes, 8 de mayo de 2009

Caminando



Se dice: “No intentes correr antes de que puedas caminar”.
No dicen: “No intentes caminar antes de que puedas gatear”, tan sólo porque tal consejo tendría que darse a un niño que, a esa edad, no seria capaz de comprender las palabras.
Pero cuando estamos tratando con adultos alfabetizados, que comprenden las palabras, y tenemos que decir el equivalente de “no intentes caminar antes de que puedas gatear”, todo lo que obtenemos es la pérdida de interés o el desánimo de la audiencia.
¿Por qué si uno habla describiendo la realidad debe considerarse que está atacando o que habla bajo un arranque de genio? Con toda probabilidad porque quien escucha no está escuchando el significado, ni siquiera el tono de voz. Está escuchando las palabras que resuenan a través de cierta hostilidad dentro de él mismo.
Yo nunca he aprendido nada siendo lo que suele considerarse como condescendiente. He aprendido siendo lo que tan sólo puedo denominar “transparente”.


Idries Shah

jueves, 7 de mayo de 2009

La cultura derrotista



La invisible “cultura derrotista” solapa todas las diferencias de varias culturas humanas actuales, con denominadores comunes entre todas las gentes.
Un niño aprende de sus padres y de los adultos que lo rodean. Aprende no sólo los mandatos positivos y las formas de resolver problemas que los mayores creen que le están enseñando. También esta aprendiendo a emular a los padres; y emula su derrotismo. Esto incluye su nacionalización de por que no intentan ciertas tareas, por que están “demasiado cansados” o por qué el esfuerzo tal y tal “no vale la pena”.
Esto es cierto en el individuo tanto como en la sociedad. Nadie había corrido la milla en cuatro minutos antes de que alguien lo hiciese. Después de eso, al derrumbarse el tabú no expresado, se volvió cada vez mas frecuente. Un proceso similar ocurre en los niños que aprenden, a veces quizás sin palabras, a no efectuar cierto esfuerzo, un esfuerzo de voluntad o de experiencia.
El inocente guerrero sudanés que me explico en su día que sus compatriotas destrozaron al ejercito británico en Omdurman, “por que no sabían que era imposible” hacerlo, de hecho podía haber estado hablando de la falta de condicionamiento sobreentendido en su educación.
La cultura humana, pese que en alguna de sus manifestaciones premia la acción positiva y la creencia en el hombre, encarna y transmite el derrotismo y la negatividad como una especie de enfermedad de contacto. La “charca infecta”, ya que éste sería su nombre si hubiese una bacteria en su fondo, es coincidente en sus lindes con la propia humanidad.
Al no haberse comprendido esto a una escala lo bastante amplia, no se hace nada al respecto. En culturas que en apariencia son progresistas se cree que cualquier incapacidad traumática ocasionada por el comportamiento de los padres puede ser superada por el niño mediante la “manipulación” efectuada por un psicoterapeuta. Pero no se pone a prueba a los propios terapeutas sobre la presencia de la negatividad cultural. Además, cuando el niño regresa a su entorno, no existe ningún procedimiento que nos garantice que no se reinfectará.
Idries Shah

miércoles, 6 de mayo de 2009

La conferencia de los pájaros


Grullas en el mar Caspio

La garza

Vino después la garza a toda prisa y habló así a los pájaros sobre su posición: “Mi encantadora vivienda está cerca del mar, allí donde nadie oye mi canto. Soy tan inofensiva, que no hay quien se queje de mí en el mundo. Vivo preocupada en el medio del mar, triste y melancólica. Ensangriento mi corazón con el deseo del agua, ¿Qué seria de mí si ella me falta? Pero, como yo no formo parte de los habitantes del mar, muero con los labios secos, en la orilla. Aunque el Océano este muy agitado “y sus olas vengan hacia mi”, no puedo beber ni una gota. Si el Océano perdiera una sola gota de agua, mi corazón ardería de despecho. A una criatura como yo le basta el amor del Océano; esta pasión es suficiente para mi cerebro. Actualmente solo me ocupo del Océano, no tengo la fuerza de ir a buscar a Simurgh; pido perdón. ¿Podrá el que sólo busca una gota de agua unirse al Simurgh?
“¡Oh, tu que no conoces el Océano ¡ - le respondido la abubilla- sabe que está lleno de cocodrilos y de animales “peligrosos”, que tanto su agua es amarga, tanto salobre, tanto tranquila, tanto agitada. Es algo cambiante y no estable; algunas veces en flujo y otras en reflujo. Muchos grandes personajes han preparado un pequeño navío “para ir sobre este Océano” y se han caído en el abismo, donde han perecido. El nadador que se zambulle en él no encuentra allí más que aflicción para su alma y, si alguien toca por un instante el fondo del Océano, pronto reaparece muerto en la superficie, como la hierba. De un elemento tal, desprovisto de fidelidad, nadie debe esperar afecto. Si no te alejas por completo del Océano, él terminara por sumergirte. El mismo se agita por amor por su amigo; tanto hace rodar sus olas, tanto hace oír ruido. Puesto que no puede encontrar por él mismo lo que desea, tampoco encontraras en él el reposo de tu corazón. El Océano es mas que un pequeño riachuelo que tiene su fuente en el camino que conduce al amigo; ¿cómo te contentarías, pues, y te privarías de ver su rostro?

Fariduddin Attar

martes, 5 de mayo de 2009

¿Por qué no me lo dices?



La gente pregunta:” ¿Por qué no me dice de una vez si soy apto para la enseñanza o no? O también: “¿Cuánto tiempo tendré que estudiar”.
La respuesta es extraordinariamente simple. Utiliza este paralelismo. Si como patrón le dices a un empleado nuevo: “Un día te convertirás en el jefe de este departamento”, alteraras la condición de su mente. Es posible que pueda convertirse en jefe del departamento a su debido tiempo, a partir del estado en el que lo encontraste. Pero una vez que se lo hayas dicho, su actitud puede volverse tal que le impida alcanzar su meta.
Tan pronto como a alguien se le dice algo, deja de ser el mismo que era antes de decírselo. Para ayudar al hombre a convertirse en jefe del departamento, puede que le tengas que decir algo completamente diferente.
Por eso decimos:” No puedo contestar a lo que quieres saber, tan sólo a lo que necesitas saber”.
Para comprender cómo un factor puede alterar por completo la situación, estudia nuestros cuentos he historias. Te ayudará a fijar la comprensión de una manera efectiva en tu mente.

Idries Shah

lunes, 4 de mayo de 2009

Un mundo propio

A menudo se dice, y casi con tanta frecuencia se ve, que los que son eruditos “viven en su propio mundo”.
No se suele observar, sin embargo, que este mundo propio no es el mundo del asunto o de la materia que se supone que están estudiando.
Observa esto y no te sorprenderás ante las asombrosas imaginaciones del erudito de sillón.

Cuanto más lo piensas

Cuanto mas piensas acerca de tu maestro, tanto menos puedes aprender.
Cuanto mas piensas que no deberías pensar sobre los maestros, tanto menos puedes aprender.
Cuanto mas piensas sobre ti mismo, o sobre los libros, o contra de los libros, o de la difusión de la enseñanza, tanto menos puedes aprender.
El único modo de aprender es mantener estos y otros factores en un equilibrio constante.
Esto sólo se puede alcanzar mediante la práctica dirigida.
A ciertas personas, en algunos momentos, les disgustan las prácticas.
A ciertas personas, en algunos momentos, les disgusta que se les dirija.
Eso seria excelente si estas actitudes estuviesen basadas en un discernimiento real. Pero por desgracia se basan en una forma de entretenimiento. Querer esto y no querer lo otro son manifestaciones de una aspiración inferior, y como tales, no son lo suficientemente genuinas para soportar el peso del estudio.

Idries Shah

domingo, 3 de mayo de 2009

Nasrudin y el psiquiatra

Parece ser que un día el abuelo de todas las psicoterapias, Nasrudin, estaba viajando por un país vecino con su fiel burro, y fue a ver al psiquiatra jefe de aquel país y le dijo:
-Tengo un gran problema.
De manera que el psiquiatra se quito sus gafas de psiquiatra y preguntó a Nasrudin:
-Bien, ¿Cuál es problema?
Nasrudin contesto:
- A veces cuando viajo tengo un dolor de fondo muy intenso.
Así que el psiquiatra asintió:
- Ajá, sí, claro.
Hablaron durante media hora, y el psiquiatra emitió su diagnostico:
-Su problema es que usted odia a su madre. Váyase y vuelva mañana.
Nasrudin estaba bastante impresionado con lo que le había dicho el psiquiatra, y puesto que era una persona bastante simple, fue a ver a su madre y le dijo:
-Madre, me han dicho que el problema de mi dolor de fondo es que te odio.
Y su madre agarró un palo enorme y le arreó una paliza.
Nasrudin fue a ver a su mujer, y le contó su visita al doctor:
-Fui a un psiquiatra y me explico que mi madre era el problema, que esa era la razón de mi padecimiento. Después fui a ver a mi madre y le explique que ella era la cauda de mi dolor de fondo porque la odiaba, y ella me pegó.
Así que su mujer replicó:
-A veces tu madre tiene muy buenas ideas- y le pegó también.
Nasrudin volvió al psiquiatra al día siguiente y le contó la historia. El psiquiatra se puso muy contento y dijo:
-Ah, que interesantísimo, no solamente tenemos aquí el problema de fondo debido a que usted odia a su madre, sino que también usted tiene complejo de persecución. Todo el mundo le pega. Vuelva mañana.
De manera que Nasrudin fue a ver a su hija y le contó el problema:
-Cuando viajo con mi burro, tengo ese dolor de fondo extraordinariamente fuerte. Fui a ver a tu abuela y me pegó, fui a ver a tu madre y me pegó, y nada ha cambiado porque a veces tengo que quedarme en casa a causa del dolor. ¿Vas a pegarme, como el resto de las mujeres de la familia?
La hija pensó un momento y contestó:-No, pero voy a darte un consejo. Andas detrás de tu burro y no delante. Porque cuando vas andando ensimismado, tu burro te muerde los fondillos.