sábado, 31 de octubre de 2009

Un libro de hechizos

Las maravillas del mundo
Aquí comienza el Libro de las Maravillas del Mundo, compuesto por Alberto Magno


1. Y al final fue sabido por los Filósofos que todas las clases de cosas se mueven e inclinan hacia los sentidos, porque hay una virtud activa y racional en ellas que guía, que desplaza hacia ellas mismas u otras, igual que el fuego se mueve hacia el fuego etc.

Las características proyectan su poder

2.También dijo Avicena: Cuando una cosa permanece durante mucho tiempo en sal, se vuelve salada, y si una cosa se mantiene tiempo en un sitio que huele mal, ésta se torna apestosa; y si cualquier otra cosa convive con un hombre atrevido, ella se vuelve así, y si convive con un hombre temeroso, se hace cobarde.

3. Y si una bestia va mucho en compañía de los hombres, se hace tratable y familiar. Y ha sido comprobado, por la razón y diversas experiencias, que toda naturaleza se dirige hacia su clase; y tal comprobación es conocida en las primeras cualidades, también en las segundas, y hasta en las terceras. Por ultimo, no existe nada en toda disposición y cualidad que se mueva hacia si misma, conforme a su total poder. Y ésta fue la raíz, y el segundo comienzo de las obras y secretos, y no apartéis nunca la atención de vuestras mentes. Luego, tal cosa había de quedar fijada en los cerebros de los filósofos.

viernes, 30 de octubre de 2009

Servicio invisible

Ajnabi solía repartir libros, diciendo:
- He terminado con este, quizás te gustaría.
También daba alimentos a la gente, diciendo:
- No estoy hambriento, ¿te gustaría comer?
Su compañero Husseini le dijo una vez:
- Nunca permitas que la gente perciba lo que estas haciendo por ellos. Piensan que obtienen algo que no te gusta. Por lo tanto no lo valoran.
Ajnabi dijo:
- No espero que lo valoren. De hecho, no quiero que lo valoren. Quiero que se beneficien, no que me adulen.
Husseini relata:
- Ajnabi impartía su enseñanza del mismo modo. Nadie sabia nunca que és lo que estaban aprendiendo, porque él les hacia posesores de conocimiento de un modo que prevenía el que convirtiesen el conocimiento en objeto de valoración. Generalmente creían que estaban tomando parte en alguna actividad completamente irrelevante.
“Ajnabi solía decir: Esa porción de aprendizaje que la gente valora es precisamente la parte que no les está haciendo ningún bien: como un dulce que es admirado pero no es comido”.

jueves, 29 de octubre de 2009

53

En la marea de la mañana una luna apareció en el cielo, y descendiendo del cielo me contempló.
Como un halcón que atrapa un pájaro en la caza, esa luna me arrebató y cruzó el cielo.
Cuando me miré ya no me vi, pues en esa luna mi cuerpo se convirtió, por la gracia, en un alma.
Cuando viajé en alma no vi otra cosa que la luna, hasta el secreto de la Razón Universal fue completamente revelado.
Las nueve esferas del cielo estaban totalmente absorbidas en esa luna, el vaso de mi ser estaba completamente oculto en el mar.
El mar rompió en olas, y de nuevo la sabiduría surgió y lanzó una voz; así sucedió esto y así aconteció.
Ese mar hizo espuma, y en cada salpicadura de espuma algo tomó forma y algo asumió cuerpo.
Cada salpicadura de espuma del cuerpo, recibiendo una señal de ese mar, se disolvió en el acto y se convirtió en espíritu en ese océano.
Sin el poder imperial de Shams al- Din de Tabriz, uno no podría contemplar la luna ni convertirse en el mar.
RUMI

miércoles, 28 de octubre de 2009

Potencialidad y función

Pregunta: ¿Cuál es el valor de los ejercicios espirituales?
Respuesta: Te contaré una historia

El juego de ajedrez
Cierto paisano estaba aprendiendo a jugar al ajedrez. Se sentía bastante confundido porque la pieza que conocía como castillo era algunas veces también considerada como elefante, otras veces como castillo, también como torre, etc.**
Por fin logro aprender los nombres y el juego comenzó.
En pocos movimientos, su maestro le comió uno de sus castillos. Levantándolo con furia el paisano aplastó la pieza con su pie, diciendo:
- ¡Si, tienes muchos nombres y te mueves de muchas maneras, pero en acción no sirves para nada!.
¿Cuál es el valor de cualquier cosa?
El valor de los ejercicios espirituales es ser de valor para aquellos a quienes están dirigidos. El interés humano debería suministrar la base correcta para el ejercicio, no buscar el ejercicio en sí mismo. El ejercicio está allí y la necesidad está allí. ¿Cual es el estado del individuo? Saadi, en Jardín de las rosas dice :
El santuario está enfrente, el ladrón detrás:
si avanzas, ganas, si te duermes, mueres.

Si realizas ejercicios espirituales sin ser aun capaz de distinguirlos de las actividades emocionales, estarás sólo agregándolos a tu vida emocional. Es por eso que siempre son prescriptos en las autenticas escuelas, no como los sistemas circenses que monta cualquiera en los cultos imitativos.
Quizás una de las mejores formas de recordar esto es relacionarlo con el relato del gordo que comía un enorme plato de comida. Alguien le dijo:
- ¿No estas a dieta?
- Sí- dijo el gordo – pero ya tuve mi dieta hoy. Esta es mi cena.

El condicionamiento puede ser tan absorbente que abarca sistemas que en su origen eran flexibles y específicos, dejándolos por lo general irreconocibles, aunque desafortunadamente no carentes de popularidad.
Esta situación ha generado un chiste bastante insípido, pero que sin embargo tiene cierta cualidad amenazadora:

¿Sabes tú quien soy yo?
Un derviche errante se sentó junto a un hombre de aspecto desgreñado que encontró en el camino. Este comenzó a decir:
-No puedo orar, no puedo comprender los clásicos Sufis, no me gustan los ejercicios esotéricos…
- ¿Por qué no dejas todo eso?- aconsejó el derviche
- ¿Cómo podría hacerlo? Soy un famoso “maestro Sufi” en estos temas…

Idries Shah

martes, 27 de octubre de 2009

El dirham que se esfuma

Muchos no comprenden el pensamiento sufi simplemente porque hacen suposiciones sobre el sufismo mediante un tipo de razonamiento que no puede surtir efecto. El motivo es la emoción o las suposiciones, y por esto los sufies intentan enseñar cómo apartar estos dos factores de distorsión.
He aquí un antiguo ejemplo práctico de lo que es el pensamiento embarullado.

Érase una vez tres derviches viajeros que llegaron a un caravasar muy entrada la noche y buscaron alojamiento para ellos y sus asnos. El posadero se había retirado a la cama, pero el sirviente que se encontraba de guardia les proporcionó servicio de establo y una habitación por quince dirhams de plata, que los derviches pagaron por adelantado.
Por la mañana, si embargo, el propietario se dio cuenta de que a los derviches se les había cobrado de mas accidentalmente; el alquiler debía haber sido de diez dirhams, de modo que les envió un portero para que les devolviera cinco dirhams.
El portero no era particularmente honesto y, además, pensó que cinco dirhams entre tres personas eran difíciles de repartir. Se dijo a sí mismo: “Para que los derviches no riñan entre ellos, les daré sólo tres dirhams de vuelta, y me quedaré las otras dos monedas para mi”.
Esto es lo que hizo, de manera que los derviches sólo pagaron doce dirhams.
Esto significa que a los derviches se les cargó doce dirhams y que el portero robo dos: en total, catorce dirhams. ¿Dónde había ido a parar un dirham?
Mucha gente, cuando se les presenta este enigma, cree que, en efecto, hay un dirham desaparecido. Pero, realmente, eso no puede ser, ¿o acaso sí?
Justo, del mismo modo, la gente imagina misterios donde no hay ninguno.
Idries Shah

lunes, 26 de octubre de 2009

La parábola de los árboles frutales

Se cuenta también que cierto día un discípulo abordo al hijo de Maulana diciéndole que todo el estamento culto de Konia estaba deseoso de oír predicar a Maulana y de recibir el bien de su palabra y le pidió que solicitara a Maulana que les hablase.
Maulana aceptó la petición y observó que las personas que le habían presentado esa solicitud eran dignas, como los árboles cargados de frutas cuyas ramas cuelgan con humildad, para entregar el bien de sus frutos. La humildad les había otorgado gracia de entendimiento; no eran aquellos cuyas ramas habían ascendido hasta lo mas alto de los cielos, “llenos de orgullo, de amor propio, y por ello estériles”, y que si hubieran sido así no le habrían invitado a que les hablara.

domingo, 25 de octubre de 2009

El sediento y el agua

Un hombre sediento llegó junto a un arroyo.
No alcanzaba el agua, pues había un muro que él no podía salvar.
Tomo un ladrillo del muro y lo arrojo al agua, produciendo un ruido delicioso para sus oídos.
Siguió haciendo lo mismo, ladrillo tras ladrillo, hasta que la gente le preguntó por qué hacia aquello.
- Tengo dos motivos – dijo – El primero es que me gusta el sonido del chapoteo del agua, que es música para los oídos del sediento. El segundo es que con cada ladrillo que arranco del muro me acerco más al nivel del agua.
Cuanta mas sed tiene el hombre, mas anhela le sonido mismo del agua, y con mas prisa arranca los ladrillos del muro.