lunes, 26 de octubre de 2009

La parábola de los árboles frutales

Se cuenta también que cierto día un discípulo abordo al hijo de Maulana diciéndole que todo el estamento culto de Konia estaba deseoso de oír predicar a Maulana y de recibir el bien de su palabra y le pidió que solicitara a Maulana que les hablase.
Maulana aceptó la petición y observó que las personas que le habían presentado esa solicitud eran dignas, como los árboles cargados de frutas cuyas ramas cuelgan con humildad, para entregar el bien de sus frutos. La humildad les había otorgado gracia de entendimiento; no eran aquellos cuyas ramas habían ascendido hasta lo mas alto de los cielos, “llenos de orgullo, de amor propio, y por ello estériles”, y que si hubieran sido así no le habrían invitado a que les hablara.