sábado, 4 de diciembre de 2010

El maestro secreto

Un hombre encontró al maestro secreto Khird trabajando como barquero.
Khird leyó sus pensamientos y le dijo:
- Si yo me acerco a la gente en la calle, y les digo qué deben hacer, ellos pensaran que estoy loco o que lo estoy haciendo para mi provecho, y no lo harán. Si me visto como un sabio, o un hombre rico, y les aconsejo, desobedecerán o simplemente trataran de complacerme, en vez de intentar de complacer aquello que represento. Pero si me mezclo con la gente y dejo caer una palabra aquí y una palabra allí, algunos escucharan, del mismo modo que tú me has reconocido y otros miles no lo hicieron.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

CUENTO POPULAR

La siguiente historia, que hay que contar o leer atentamente, se oye en nuestros días en el país vasco español. Algunos la consideran una de las mejores historias del mundo.

Un tranquilo y taciturno campesino vigilaba a dos vacas que pastaban en un prado, y no hacía nada más.
Otro campesino, que pasaba por allí, se sentó en un pequeño muro que delimitaba el prado, permaneció un momento en silencio (en ese país las conversaciones son lentas y muy pensadas) y finalmente preguntó:
- ¿Comen bien las vacas?
- ¿Cuál de ellas? – dijo el otro
El campesino que estaba de paso, un poco desconcertado por la pregunta, dijo entonces al azar:
- La blanca.
- La blanca sí – dijo el primero.
- ¿Y la negra?
- La negra también.
Tras ese primer intercambio, los dos hombres permanecieron durante un buen rato sin hablar, la mirada perdida en el familiar paisaje, las montañas, el pueblo.
Entonces el segundo campesino preguntó:
- ¿Y dan mucha leche?
- ¿Cuál de ellas? – contestó el otro.
- La blanca.
- La blanca sí.
- ¿Y la negra?
- La negra también.
A lo que siguió otro silencio, que duró tanto como los otros, en el transcurso del cual los dos hombres no se miraron. Sólo se oía el apacible sonido de las dos vacas que pastaban.
Finalmente el segundo campesino rompió el silencio y dijo:
- Pero ¿por qué siempre me preguntas “cuál de ellas”?
- Porque – contestó el primero -, la blanca es mía.
- Ah – dijo el otro.
Reflexionó un poco y preguntó para acabar, no sin una oculta aprensión:
- ¿Y la negra?
- La negra también.

El círculo de los mentirosos - Jean Claude Carriere

lunes, 29 de noviembre de 2010

HOMBRE Y MAESTRO

Un constructor fue contratado por un buen hombre para construir y preparar una casa para donar a los necesitados.
El constructor comenzó su trabajo, pero pronto se vio rodeado de curiosos. Algunos querían aprender a construir casas. De éstos, sólo unos pocos tenían la habilidad necesaria. Otros protestaron contra el constructor diciendo:
"Tú escoges sólo a la gente que te gusta".
Otros lo insultaron diciendo: "Estás construyendo esta casa para ti".
El constructor les dijo: "Yo no puedo enseñar a todos. Y estoy construyendo esta casa para una persona necesitada".
Le contestaron: "Has dado la disculpa después de la acusación, y sólo para contestarla".
El dijo: "Pero, ¿y si fuera verdad? ¿Aun así se le seguirá llamando mentira?"
Ellos le contestaron: "Estos son simples sofismas; nosotros no te escucharemos".
El constructor siguió con su trabajo. A varios de sus asistentes se les despertó tanto apego hacia la casa que, por su propio bien, los despidió.
Los detractores exclamaron:
"Ahora empieza a mostrarse tal como es. Ved lo que ha hecho con sus únicos amigos verdaderos: ¡los ha despedido!"
Uno de los amigos del constructor explicó: "Pero lo hizo por una razón suficiente. Es por el bien de los otros".
"Entonces, ¿por qué no nos explica él mismo, todo en detalle?", gritaron.
El constructor, sacrificando el tiempo que necesitaba para terminar el edificio, se acercó a ellos y dijo:
"Estoy aquí para deciros lo que he hecho, y por qué."Inmediatamente todos gritaron: "Al darse cuenta de que su empleado no podía convencernos ha venido en persona, tratando de engañarnos. No lo escuchéis".
El constructor regresó a su trabajo, mientras los otros exclamaban: "Ved cómo se escabulle... No nos puede confundir, pues tenemos mente clara".
Una persona, más imparcial que el resto, les dijo:
"Quizá podríamos llegar a un arreglo en este asunto; es posible que el constructor esté realmente tratando de hacer algo bueno. Por otro lado, si no es así, podríamos determinar la situación, basándonos sobre los hechos y no sobre las opiniones".
Algunas personas estuvieron de acuerdo, aunque la mayoría se opuso. Esta mayoría estaba dividida en dos grupos: quienes pensaban que el hombre imparcial estaba a sueldo del constructor, y quienes creían que era de escasa inteligencia.
Unos pocos se acercaron entonces al constructor, diciendo
"Muéstranos la autorización de tu caritativo patrón, para que podamos convencernos".
Pero cuando les presentó la autorización descubrió que ninguno podía leer.
"Traedme a un hombre que sepa leer y me sentiré encantado, pues podremos poner fin a todo esto", dijo el constructor.
Algunos se alejaron disgustados diciendo: "Pedimos pruebas y todo lo que él hace es murmurar acerca de leer y escribir. . . "
Otros regresaron con astutos analfabetos que aseguraban que sabían leer, y que creyendo que nadie en el mundo podía, le pidieron al constructor grandes sumas de dinero a cambio de atestiguar la verdad de su autorización. Pero el constructor rehusó conspirar con ellos.
Pues verás, las personas que saben leer y escribir son muy escasas en aquel país. Aquellos que pueden leer y escribir no cuentan con la confianza de la plebe o bien tienen otras cosas que hacer. Los hechos son éstos. La gente los interpreta a su gusto.

Miodir Alí Sabri

domingo, 28 de noviembre de 2010

El propósito del estudio del budismo no es estudiar budismo sino estudiarnos a nosotros mismos.
Es imposible estudiarnos a nosotros mismos sin alguna instrucción previa. Si se quiere saber lo que es el agua, uno necesita de la ciencia, y el científico necesita un laboratorio. En el laboratorio se cuenta con diversos medios para el estudio de lo que es el agua. Así es como se averigua qué clase de elementos contiene, las varias formas que toma y su naturaleza misma. Pero eso no basta para conocer el agua en sí. Lo mismo sucede con los seres humanos. Necesitamos cierta instrucción, mas ella es insuficiente para saber lo que “yo” soy en mí mismo. Mediante la instrucción podemos llegar a entender nuestra naturaleza humana. Pero esa instrucción no es nosotros mismos, es una explicación sobre nosotros. De modo que aquel que se apega a la instrucción o al maestro comete una gran equivocación. En cuanto uno halla un maestro, tiene que dejarlo y mantenerse independiente. El maestro se necesita para poder independizarse. Siempre que no nos apeguemos a él, nos mostrará el camino hacia nosotros mismos. Uno tiene un maestro por sí mismo, no por el maestro.


Shunryu Suzuki en “Mente Zen, Mente de Principiante”