viernes, 22 de octubre de 2010

Cuento 11

Algunos preguntaron a un sabio:”Si un hombre está solo con alguien tan bello como la Luna, la puerta está cerrada y todos duermen. Mientras los bajos apetitos imploran y la lujuria muestra sus colmillos – como dicen los árabes: “el dátil está maduro y el guardián reposa –¿ podría cualquiera, por el poder de la abstinencia, mantener el dominio de la situación y permanecer seguro?” El contestó: “Si se mantuviera a salvo de la bella, no escaparía a las lenguas de los mal pensados”.

Aunque un hombre pueda estar a salvo de la perversidad de su corazón,
No estaría a salvo de los malos pensamientos de sus enemigos.
Un hombre puede contenerse de una acción
Pero no puede contener las lenguas de los hombres.

jueves, 21 de octubre de 2010

Comprender con el corazón

“Los Sufis – reza el dicho – comprenden con sus corazones lo que los más eruditos académicos no pueden comprender con sus mentes”.
Los resultados del encuentro con el Sufi pueden o no ocurrir en un tiempo o lugar deseados por el aprendiz. Pueden o no ocurrir de inmediato. Pueden suceder otras cosas antes de que pueda percibirse todo el beneficio del encuentro.
Uno de los factores mas obvios que operan en tales relaciones està señalado en un cuento titulado “El granado”, de mi libro The Dermis Probe.
Idries Shah del libro Aprender a Aprender

No se bien cual es el cuento al que alude, buscando en el libro La Exploración Epidérmica encontré este que me parece que es el que Idries Shah dice, no se si es o no porque con el titulo El granado no figura ningún cuento en ese libro.

Granadas

Un discípulo fue a la casa de un medico Sufi y le pidió convertirse en aprendiz en el arte de la medicina.
- Eres impaciente – dijo el doctor – así que no alcanzarás a observar cosas que necesitas aprender.
Pero el joven suplicó y el Sufi consintió en aceptarlo.
Después de unos algunos años el joven pensó que podía ejercitar algunas de las habilidades que había aprendido.
Un día un hombre estaba caminando hacia la casa y el doctor, observándolo en la distancia dijo:
- Ese hombre está enfermo. Necesita granadas.
- Tú has hecho el diagnostico. Deja que le prescriba, y habré hecho la mitad del trabajo – dijo el estudiante.
- Muy bien – dijo el maestro – siempre que recuerdes que la acción también debe ser considerada como ilustración.
Tan pronto como el paciente llegó al umbral el estudiante le hizo entrar y dijo:
“Usted está enfermo. Tome granadas”
- Granadas – grito el paciente – granadas para ti ¡tonterías! Y se marchó.
El joven preguntó a su maestro cual había sido el significado del intercambio.
- Lo ilustraré la próxima vez que tengamos un caso similar – dijo el Sufi.
Al poco tiempo estaban los dos sentados en el exterior de la casa cuando el maestro levantó su mirada y vio a un hombre que se estaba aproximando.
- Aquí hay una ilustración para ti – un hombre que necesita granadas – dijo él.
Al paciente se le hizo entrar y el doctor le dijo:
- Puedo ver que usted es un caso difícil e intrincado. Veamos… si, usted necesita una dieta especial. Esta debe ser compuesta de algo esférico, con pequeños alveolos en el interior, un producto natural. Una naranja – eso sería el
color erróneo… los limones son demasiado ácidos…Ya lo tengo: ¡granadas!
El paciente se fue, complacido y agradecido.
- Pero Maestro- dijo el estudiante - ¿Por qué no dijo usted “granadas” inmediatamente?
- Porque – dijo el Sufi – él necesitaba tiempo, además de granadas.

lunes, 18 de octubre de 2010

Lectura del pensamiento



Maulana Sirajuddin nos cuenta que cierto día fue al jardín de Hisamuddin y se trajo de allí un manojo de flores; y pensó que Maulana estaría en casa de Chalabi. Entró allí y se encontró con que había eruditos importantes sentados con Maulana y que Maulana daba una disertación sobre el significado místico de las cosas; y que los discípulos tomaban notas sobre la disertación.
- Y me olvidé del ramo de flores que traía envuelto en mi pañuelo – siguió contando Sirajuddin – Y Maulana volvió la cara hacia mí y comentó que el que viene de un jardín debe traer flores, del mismo modo que se espera que el que viene de una tienda de un vendedor de dulces traiga consigo algunos dulces. Aquel comentario asombró a Sirajuddin; que, presentando sus respetos a Maulana, puso las flores ante él, y entonces cantaron canciones místicas.