sábado, 11 de septiembre de 2010

Dijo Rabi´a : “Cada cosa tiene su fruto. Fruto de la ciencia y del conocimiento es acercarse a Dios”
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Uno de los sabios de Basra fue a ver a Rabi´a y comenzó a hablarle de las alegrías de este mundo. Dijo Rabi´a “Ay de mí, es claro que tú amas este mundo. Porque aquel que ama algo, lo recuerda a menudo. Si has renunciado completamente a este mundo, por qué entonces te preocupas por sus bienes y por sus alegrías?”.

viernes, 10 de septiembre de 2010

CUENTO XII

Los cuatro indostanos que se censuraban uno a otro

Cuatro indostanos entraron en una mezquita a decir oraciones.
Cada uno pronuncio el Takbir, y estaban diciéndolas con gran devoción cuando sucedió que entró el Mauazzin. Uno de ellos inmediatamente exclamo: “Oh Muazzin, ¿has llamado ya a oración? Es tiempo de hacerlo”. Entonces, el segundo le dijo al que había hablado “Ah, has pronunciado palabras desconectadas con el culto y, por lo tanto, de acuerdo con el Hadis, has arruinado tus oraciones”. Sobre lo cual el tercero respondió el segundo diciendo, “Oh, simple, ¿Por qué lo censuras? Mas bien censúrate a ti mismo”. Por último el cuarto dijo, “Dios sea alabado porque yo no he caído en la misma zanja que mis tres compañeros”.
La moraleja es, no encontrar faltas en los demás, sino más bien, de acuerdo al proverbio, quedar prevenido por su mal ejemplo. A propósito de este proverbio se cruenta un cuento de dos prisioneros capturados por la tribu de Ghuz. La gente de esta tribu, estaba a punto de matar a uno de ellos, para asustar a otro, y hacerlo confesar así donde estaba oculto un tesoro, cuando el condenado descubrió sus intenciones dijo: “Oh nobles señores, maten a mis compañeros y asústenme a mi”.
Mevlana Jalaludin Rumi

jueves, 9 de septiembre de 2010

Miguel

En el diario La Nación un hermoso recuerdo de Miguel Kehayoglu

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Grupos de trabajo e intención

Si una persona o un grupo no es sensible al factor tiempo, puede ser vulnerable a influencias negativas y posiblemente puede comenzar a buscar personas a quienes culpar. Si hay suficiente interacción, comunicación y relación entre las personas de un grupo, el grupo mismo, como grupo, debería ser sensible al surgimiento de la negatividad, tanto en el grupo como en el individuo.
El asunto es estar sensible y sintonizado con la circunstancia.
Reaccionar repentinamente a una acción puede crear algunas veces una falta de equilibrio. Si hay una falta de equilibrio, un golpe muy suave puede derribar algo, causando confusión general o infelicidad. Si un individuo está constantemente en contacto consigo mismo interiormente, debería ser capaz de detectar el desarrollo de la negatividad en un área en particular y tomar alguna medida antes de que ésta se vuelva demasiado grande. Pero si la parte negativa de un individuo es muy pequeña, ¿por qué la positividad simplemente no la quiebra? Habitualmente, esto se debe a que la positividad es grande y posiblemente perezosa y dice:” Si, cuando llegue el momento, cuando sea el momento correcto, me levantaré y destruiré esa negatividad”.
Cuando la batalla es grande, no tiene problemas. Nunca se da La gran batalla, no hay una gran batalla contra un mosquito. Es un estar alerta constante. Estar alerta no es estar en tensión. Ustedes deben constantemente, dentro de ustedes mismos y de grupo, lo que se llama observar, como un radio de un radar. Es buscar y recoger imágenes todo el tiempo acumulando información de lo que se observa y después de identificada la situación, una acción correctiva debe ser tomada. Igualmente dentro de las posibilidades razonables, una persona debería observarse a sí misma. Las personas no deben examinarse de manera tensa o emocional pues así no se están viendo relajadamente. De nuevo estamos ante dos extremos. Algo correcto, una actividad correcta entre los dos extremos: existe la posibilidad que esto se desarrolle. Entren en acción ahora, antes de que sea demasiado tarde.

Omar Ali Shah

martes, 7 de septiembre de 2010

"Somos una familia: nunca se olviden de esto. Exigimos uno del otro aquello que nosotros mismos estamos dispuestos a dar."

Omar Ali Shah

No cuentes tus pollos

Había una vez una mujer llamada Truhana. Como no tenía dinero fue al mercado a vender miel, el precioso producto de su colmena.
Marchaba por la carretera llevando el jarro de miel sobre su cabeza y calculando, mientras caminaba, el dinero que obtendría por su mercancía.
- Primero – pensó – la venderé y compraré huevos. Pondré los huevos bajo mis gallinas gordas y a su tiempo tendré muchos pollitos. Estos, a su vez, se convertirán en pollos y de la venta de estos pollos podré comprar los corderos.
Truhana comenzó entonces a imaginar como se podía convertir en una persona más rica que sus vecinos y, mirando más allá todavía, buscar de casar bien a sus hijos e hijas.
Caminando con esfuerzo bajo el ardiente sol, ella podía ver a sus hijos y nueras y cómo la gente diría que era notable cuánto se había enriquecido, a pesar de haber sido golpeada por la pobreza.
Bajo la influencia de estos pensamientos placenteros, ella comenzó a reír sinceramente. Se sacudía tanto con la risa que, de repente, sin darse cuenta golpeó el jarro con su mano. Este cayó de su cabeza y se estrelló contra el suelo. La miel se transformó en un revoltijo pegajoso sobre la tierra.
Viendo esto quedó tan abatida como antes había estado excitada, al ver todos sus sueños perdidos por la ilusión.

del libro Cuentos del mundo para niños de Occidente

lunes, 6 de septiembre de 2010

Nasrudin

La preparación de la mente sufi no es adecuada hasta que el sujeto sabe que debe hacer algo por sí mismo, y dejar de pensar que los demás pueden hacer algo por él. Nasrudin coloca bajo su lupa al hombre ordinario:
Un día Nasrudin entró en la tienda de un hombre que vendía toda clase de objetos.
- ¿Tienes cuero?
- Sí.
- ¿Y clavos?
- Sí
- ¿Y tintura?
- Si
- Entonces, ¿por qué no te haces un par de botas?
El relato subraya la misión del maestro místico, esencial en el sufismo, que ofrece al presunto buscador el punto de partida para hacer algo, y este algo es el “trabajo propio”, pero dirigido, que constituye la característica mas relevante del sistema sufi.

domingo, 5 de septiembre de 2010

El pícaro, las ovejas y los aldeanos

Había una vez un villano que fue atrapado por la gente de una aldea. Lo amarraron a un árbol, para que meditara sobre los sufrimientos que le iban a imponer; y se alejaron después de decidir arrojarlo al mar cuando se acabaran sus trabajos del día.
Pero un pastor, que no era muy inteligente, pasó y le preguntó al pillo astuto por qué estaba amarrado así.
-Ah,- dijo el pillo – unos hombres me pusieron aquí porque no quiero aceptar su dinero.
- ¿Por qué quieren dártelo, y por qué no quieres aceptarlo?- preguntó el pastor sorprendido.
- Porque soy un contemplativo y ellos me quieren corromper – dijo el pillo – son hombres sin Dios.
El pastor sugirió que tomaría el lugar del pillo y le aconsejó escapar para ponerse lejos del alcance de aquellos sin Dios.
Así fue que cambiaron lugares.
Los ciudadanos regresaron después del anochecer, pusieron una bolsa sobre la cabeza del pastor, lo ataron y lo arrojaron al mar.
A la mañana siguiente se asombraron de ver que el pillo entraba a la aldea con su rebaño de ovejas.
Le preguntaron -¿Dónde ha estado y de dónde has sacado esos animales?
- En el mar hay bondadosos espíritus que recompensan a todos los que se introducen en él y se ahogan de ese modo- dijo el pillo.
En menos tiempo del que tarda en contarse, la gente corrió hacia la orilla y se zambulló en el mar.
Así fue como el pillo se adueñó de la aldea.
La gente que comienza con una idea correcta, a menudo se destruye al dejar que su codicia se apodere de ella.
Pero, puesto que piensan mucho sobre la buena idea, hablan de ella y hasta actúan de acuerdo con ella, otros, y ellos mismos, no se dan cuenta de que su codicia los ha puesto en el camino de la destrucción.

Del libro Sufismo en Occidente