sábado, 21 de noviembre de 2009

El Jardín

Había una vez, cuando el arte y la ciencia de la jardinería aún no estaban bien establecidas entre los hombres, un maestro jardinero.
Además de conocer las cualidades de las plantas, sus valores nutritivos, medicinales y estéticos, se le había concedido el conocimiento de la hierba de la longevidad y vivió muchos cientos de años.
Durante generaciones sucesivas visitó jardines y cultivo lugares en todo el mundo. En un lugar plantó un jardín maravilloso e instruyó a la gente en su cuidado y aún en la teoría de la jardinería. Pero, al acostumbrarse a ver que algunas plantas crecían y florecían todos los años, pronto olvidaron que las semillas de algunas tenían que ser recogidas, que otras necesitaban mayor abundancia de agua, etc.
El resultado fue que con el tiempo, este jardín se hizo salvaje y la gente comenzó a considerar que este era el mejor jardín que podía existir. Después de dar a estas personas muchas oportunidades para aprender la jardinería, el jardinero los expulso y reclutó a otra población entera. Les advirtió que si no mantenían el jardín en orden y estudiaban sus métodos, sufrirían por ello.
Ellos a su vez lo olvidaron, y puesto que eran perezosos, cuidaron sólo las frutas y las flores que se daban con facilidad y dejaron morir a las otras. De tiempo en tiempo, algunos de los que habían aprendido primero, regresaban a decirles: -Deben hacer esto o aquello- pero ellos los alejaban gritando.: -Ustedes son los que se alejan de la verdad en este asunto.
El maestro jardinero persistió. Donde pudo, construyó jardines y, sin embargo, ninguno era perfecto, salvo el que él mismo atendía con sus principales asistentes. Cuando se supo que había muchos jardines y aun muchos métodos de jardinería, las personas de un jardín iban a visitar a los otros para aprobar, o criticar o discutir. Se escribieron libros, se efectuaron asambleas de jardineros y estos se dispusieron en categorías de acuerdo a lo que pensaban que era el orden correcto de prioridad.
Como es común entre los hombres, la dificultad de los jardineros estriba en que son atraídos demasiado fácilmente por la superficialidad. Dicen. – Me gusta esta flor – y quieren que a todos los demás les guste también, y a pesar de su atractivo o abundancia, pude ser una hierba que esté ahogando a otras plantas, las cuales podrán proveer medicinas o comida que la gente y el jardín necesitan para su sustento y permanencia.
Entre estos jardineros existen los que prefieren plantas de un solo color. Estas las describen como “buenas”. Hay otros que sólo cuidan las plantas rehusando de ocuparse de los caminos o de las entradas o aún de las cercas.
Cuando finalmente el viejo jardinero murió, dejó como herencia el conocimiento completo de la jardinería distribuyéndolo entre las personas que comprendían de acuerdo a sus capacidades. Así, tanto la ciencia como el arte de la jardinería quedaron como una herencia dispersa en muchos jardines y también en algunos informes que se hicieron sobre ellos.
Las personas iniciadas en un jardín o en otro han sido poderosamente instruidos acerca de los meritos o defectos del mismo según el modo de ser que tienen los que habitaban allí, aunque estos habitantes son incapaces, a pesar de hacer un débil esfuerzo, de darse cuenta de que deben volver al concepto de “jardín”.
En el mejor de los casos generalmente sólo aceptan, rechazan o evitan juzgar, o buscan los que ellos imaginan que son los factores comunes.
De tiempo en tiempo, aparecen verdaderos jardineros. Es tanta la abundancia de los semi-jardines que cuando la gente oye hablar sobre uno verdadero dice: - ¡Oh si!, tu hablas de un jardín como el que nosotros tenemos o imaginamos.-
Tanto lo que tienen como lo que imaginan es defectuoso.
Los verdaderos expertos, que no pueden razonar con los pseudos-jardineros, se asocian en su mayor parte con ellos, poniendo en éste o en aquel jardín, una parte de la totalidad, lo cual le permitirá mantener su vitalidad hasta cierto punto.
A menudo se ven forzados a disfrazarse, ya que las personas que quieren aprender con ellos, pocas veces saben algo sobre el hecho de que la jardinería, como arte y como ciencia, forma la base fundamental de todo lo que antes han escuchado. Por eso formulan este tipo de preguntas: - ¿Cómo puedo hacer para obtener flores más bellas de estas cebollas?-
Los verdaderos jardineros pueden trabajar con esta gente porque a veces se puede hacer surgir verdaderos jardineros para el beneficio de toda la humanidad. No duran mucho, pero es sólo a través de ellos que el conocimiento puede ser realmente adquirido y las personas pueden llegar a ver lo que un “jardín” realmente es.

viernes, 20 de noviembre de 2009

Sólo hay que encontrar la punta del ovillo.

jueves, 19 de noviembre de 2009

El idiota y el camello que pastaba

Un idiota miró a un camello que pastaba. Le dijo: “Tu aspecto es absurdo. ¿A que se debe? “.
El camello replicó: “A juzgar por la impresión que te he causado, estás atribuyendo una falla a aquello que modeló la forma.
Apercíbete de esto. No consideres mi aspecto torcido una falla.
Aléjate de mi lado por el camino mas corto. Mi aspecto es así porque cumple una función; por una razón. El arco necesita su parte curva, tanto como su parte recta.
¡Fuera tonto!. La percepción del asno corre pareja con la naturaleza del asno”.

********************

Maulana Majdud, conocido como Hakim Sanai el Iluminado Sabio Revivificante de Ghazna, escribe extensamente sobre lo poco dignas de confianza que son las impresiones subjetivas y los juicios condicionados.
Uno de sus dichos es: “En el deformante espejo de tu mente, puede que un ángel parezca tener cara de diablo”.
Esta parábola pertenece a su Jardín Amurallado de la Verdad, que fue escrito alrededor de 1130.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Trabajo para el equilibrio



Otra categoría de metas tiene que ver con convertirnos en personas equilibradas. Con una consciencia armónica podemos pensar sin estar dominados por nuestro pensamiento; podemos sentir, pero no estar tiranizados por nuestros sentimientos, y podemos cuidar nuestros cuerpos sin estar esclavizados por ellos.
Los intelectuales, por ejemplo, pueden necesitar trabajar con sus cuerpos o con desarrollar sentimientos, mientras que los tipos físicos, instintivos, pueden necesitar desarrollar su mente a través del estudio. Los que viven mayormente de sus emociones pueden requerir poner freno a su sentimentalismo, autocompasión o ira, mediante el pensar correctamente.

Kabir E. Helminski

martes, 17 de noviembre de 2009

44

Ayer entregué un mensaje para ti a una estrella; le dije, “A esa forma como la luna, preséntale mis servicios”.
Postrándome le dije, “lleva ese servicio al sol que de las duras rocas hace oro en su ardor”, descubrí mi pecho y le mostré las heridas; le dije, “Lleva noticias mías al Amado cuya bebida es la sangre”.
Para tranquilizarte, mecí de un lado a otro a esa criatura que es mi corazón; la criatura duerme cuando se mece la cuna.
Da leche a la criatura de mi corazón, líbranos de su llanto, oh tú que a cada momento socorres a un centenar de indefensos como yo.
En el principio, el hogar del corazón estaba en tu ciudad de la unión; ¿hasta cuando mantendrás en exilio a este corazón abandonado?
No seguiré hablando; pero para evitar el dolor de cabeza, oh Copero, embriaga mis lánguidos ojos.

RUMI

lunes, 16 de noviembre de 2009

Santo Tomas

34. Dijo Jesús: «Si un ciego guía a otro ciego, ambos caen en el hoyo».

35. Dijo Jesús: «No es posible que uno entre en la casa del fuerte y se apodere de ella (o de él) de no ser que logre atarle las manos a éste: entonces sí que saqueará su casa».

36. Dijo Jesús: «No estéis preocupados desde la mañana hasta la noche y desde la noche hasta la mañana (pensando) qué vais a poneros».

Evangelio según Tomás