martes, 17 de noviembre de 2009

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Ayer entregué un mensaje para ti a una estrella; le dije, “A esa forma como la luna, preséntale mis servicios”.
Postrándome le dije, “lleva ese servicio al sol que de las duras rocas hace oro en su ardor”, descubrí mi pecho y le mostré las heridas; le dije, “Lleva noticias mías al Amado cuya bebida es la sangre”.
Para tranquilizarte, mecí de un lado a otro a esa criatura que es mi corazón; la criatura duerme cuando se mece la cuna.
Da leche a la criatura de mi corazón, líbranos de su llanto, oh tú que a cada momento socorres a un centenar de indefensos como yo.
En el principio, el hogar del corazón estaba en tu ciudad de la unión; ¿hasta cuando mantendrás en exilio a este corazón abandonado?
No seguiré hablando; pero para evitar el dolor de cabeza, oh Copero, embriaga mis lánguidos ojos.

RUMI