viernes, 16 de octubre de 2009

Relato

Un loco se hallaba en la ciudad
la muchedumbre iba y venia en todas direcciones
De pronto aquel loso empezó a lamentarse
“hay que ir en un solo sentido y por un solo camino
Por qué correr en todas direcciones
siguiendo cien direcciones a ningún sitio se llega”
Tu no tienes mas que un corazón oh desgraciado y cien amigos
cómo puedes hacer cien cosas con un solo corazón
Pues tu corazón se ocupa en cien asuntos distintos
en el Amor de tu Amigo ten cien corazones.

Attar

miércoles, 14 de octubre de 2009

Consejos de Bahauddin Naqshbandi

14

Cuando tu te sientes menos interesado en seguir el Camino en el que has entrado, puede ser el momento mas apropiado para ti (el mejor tiempo); si imaginas que no debes continuar, no es porque tu no estés convencido o que tengas dudas, pero busca descubrirlas en el momento justo, en la forma en la que tu debilidad te las señale.

martes, 13 de octubre de 2009

Tres Consejos

Una vez, un hombre atrapó un pájaro. El pájaro el dijo:
“Como prisionero tuyo, no te soy de utilidad alguna, pero déjame en libertad y te diré tres valiosos consejos”.
El pájaro prometió dar el primer consejo estando aun en la mano del hombre, el segundo cuando alcanzara una rama y el tercero al llegar a la cima de la montaña.
El hombre acepto y pidió el primer consejo.
El pájaro dijo: “Si pierdes algo, aunque lo valores tanto como a tu vida, no sientas pesar”.
Entonces el hombre soltó al pájaro, que voló a una rama.
Acto seguido, dio el segundo consejo: “Nunca creas algo que contradiga a la razón, sin tener pruebas”.
Luego el pájaro, voló a la cima de una montaña. Desde este lugar dijo: “¡Oh, desafortunado!. ¡Dentro de mi hay dos enormes joyas; con solo matarme hubiesen sido tuyas!”.
El hombre se angustio al pensar en lo que había perdido, pero dijo: “Al menos dime ahora el tercer consejo”.
El pájaro replico: “¡Que tonto eres, pidiendo mas consejos sin haber meditado acerca de los dos primeros! ¡Te dije que no te preocuparas por lo que se ha perdido, y que no creyeras algo contrario a la razón. Ahora estas haciendo ambas cosas. Estas creyendo algo ridículo y te afliges por haber perdido algo! No soy lo suficientemente grande para tener dos enormes joyas dentro de mi”.
“Eres un tonto, por lo tanto deber permanecer dentro de las restricciones habituales impuestas al hombre”.

En círculos derviches, se considera este cuento de gran importancia para “sensibilizar” la mente del estudiante, preparándola para experiencias que no pueden ser producidas por medios corrientes.
Además de ser de uso diario entre los Sufis, el cuento se halla en el clásico de Rumi, el Mathnavi. Figura en el Libro Divino de Attar, uno de los maestros de Rumi; ambos vivieron en el siglo XIII.

Los lisiados

Una vez en una plaza pública algunas personas estaban gritando:” ¡Abajo con el trono!”
Se enfrentaban con un grupo de Guardias Reales, que estaban intentando apalearlos y tomarlos prisioneros.
El sufi Zafrandoz, acompañado por algunos estudiantes, estaban contemplando la escena.
- ¿A que grupo deberíamos ayudar?, preguntó un estudiante.
- Al de los lisiados- dijo Zafrandoz
- ¿Quiénes son los lisiados?
- Ambos, un grupo es incapaz de cesar en su oposición a la autoridad. El otro es incapaz de cesar en su oposición al grupo contrario.
“Las gentes disminuidas de tal modo están bajo el yugo de una incapacidad que les estorba. Están lisiados en pensamiento del mismo modo que un hombre cojo esta lisiado corporalmente. Por lo tanto, ¿por qué sentimos lastima y tratamos de ayudar únicamente a los incapacitados físicamente, que son minoría?

domingo, 11 de octubre de 2009

El entrenamiento de la atención es una parte necesaria de nuestro entrenamiento espiritual. Es un factor esencial en la mente que se esta espiritualizando, en el desarrollo del alma. Finalmente, la atención puede volverse luminosa y creativa. Dirige el poder del alma. En la medida en que conscientemente damos nuestra atención a otros- a los actos creativos y al servicio – también estamos dando nuestra alma, y así es como nuestra alma crece.
Recuerdo los días de arduo trabajo en una escuela espiritual donde éramos animados a mantener una atención equilibrada en medio de todo tipo de situaciones. A mi se me encargo el cuidado de un caballo. Desde la crin hasta la cola, desde los cascos para arriba, trabajé durante horas. Luego vino el maestro y después de una breve inspección dijo: “Un trabajo muy deficiente, superficial y chapucero”. Ambos observamos cómo se hundía mi corazón. Pero entonces algo resonó en mi interior: sabía que lo había hecho lo mejor posible; supe que no podía ser esclavo de la recompensa y la censura. En ese momento, vi el resplandor en sus ojos al darse la vuelta y partir.



Kabir E. Helminski