viernes, 15 de octubre de 2010

La vaca y el león

Un hombre guardó una vez una vaca en un establo. Vino un león, se comió la vaca y ocupó su lugar.
Cuando el hombre volvió al establo, estaba a oscuras y entró a tientas. Tocó con las manos todas las partes del león, y le pareció que estaba tocando a su animal.
El león pensó:
- Si supiera quién soy, no me acariciaría. Si lo hace es solo porque estamos a oscuras, y porque se imagina que debo ser su animal doméstico.

jueves, 14 de octubre de 2010



Oh tulipàn ven y aprende
los colores del arco iris de mi cara.
Oh Venus, ven y aprende
las notas de mi corazòn.

Cuando empiece a sonar la mùsica de la uniòn,
oh destino de innumerables vidas,
¡ven y aprende mi canciòn!

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No me preguntéis sobre rocas para orar:
cualquier lugar en el que reclino mi cabeza
es una roca para orar.
No habléis de dirección:
las seis direcciones miran hacia El.

Jardines, llamas, ruiseñor,
danza que gira y hermandad:
arroja todo eso
y arrójate tú mismo a Su amor.
RUMI

martes, 12 de octubre de 2010

Liza Simpson

Cualquier cosa que sea "el algo del algo" no es nada en realidad.

lunes, 11 de octubre de 2010

Dame el todo, no me des las partes



Un hombre fue a la tienda de un tatuador y le pidió que le tatuase en la piel la figura de un león.
Pro el hombre era cobarde. En cuanto sintió el primer pinchazo, dijo:
-¿Qué parte del león estas dibujando?
- La cola – dijo el tatuador
- Deja la cola – exclamo el hombre -; haz otra parte.
El artista hizo lo que le pedían. Pero el hombre volvió a soltar un grito de dolor.
Y esto se repitió una y otra vez, hasta que el artista tatuador le dijo que le resultaba imposible dibujar el tatuaje de un león si no le dejaban dibujar ninguna de sus partes.

domingo, 10 de octubre de 2010

La maravilla de las velas

Se cuenta, asimismo, que Moinuddin celebró un día una reunión y audición mística a la que invitó a muchos dignatarios de la ciudad. Cada uno de los invitados trajo una vela grande para aportar algo a la iluminación de la reunión, y todos vieron con asombro que Maulana había traído una vela minúscula. Nadie dijo nada, pero se intercambiaron miradas de asombro, pues algunos lo achacaban a tacañería mientras que otros creían decididamente que Maulana estaba loco. Nada de aquello pasaba desapercibido a Maulana, que comentó por fin que su vela pequeña era, en realidad, la “savia vital” de todos los cirios enormes que habían traído los demás. Los simpatizantes de Maulana asintieron, pero otros muchos no estuvieron de acuerdo, y Maulana dijo:
- Si no creéis lo que digo, os lo demostraré.
Y, dicho esto, lo demostró prácticamente; pues he aquí que toda la sala quedo asumida en la oscuridad, pues Maulana había apagado su propia vela pequeña. Después, el Maestro volvió a encender su vela, con el resultado de que todas las velas grandes se encendieron de nuevo por si solas, con gran asombro y maravilla por parte de todos. Los que no creían en él reconocieron su error, y la audición mística prosiguió con fuerza renovada y duró toda la noche. Y todas las velas grandes se consumieron, mientras que la vela pequeña del Maestro seguía ardiendo como antes, sin perder su brillo ni su sustancia. Muchos se hicieron discípulos de Maulana aquel día.