domingo, 10 de octubre de 2010

La maravilla de las velas

Se cuenta, asimismo, que Moinuddin celebró un día una reunión y audición mística a la que invitó a muchos dignatarios de la ciudad. Cada uno de los invitados trajo una vela grande para aportar algo a la iluminación de la reunión, y todos vieron con asombro que Maulana había traído una vela minúscula. Nadie dijo nada, pero se intercambiaron miradas de asombro, pues algunos lo achacaban a tacañería mientras que otros creían decididamente que Maulana estaba loco. Nada de aquello pasaba desapercibido a Maulana, que comentó por fin que su vela pequeña era, en realidad, la “savia vital” de todos los cirios enormes que habían traído los demás. Los simpatizantes de Maulana asintieron, pero otros muchos no estuvieron de acuerdo, y Maulana dijo:
- Si no creéis lo que digo, os lo demostraré.
Y, dicho esto, lo demostró prácticamente; pues he aquí que toda la sala quedo asumida en la oscuridad, pues Maulana había apagado su propia vela pequeña. Después, el Maestro volvió a encender su vela, con el resultado de que todas las velas grandes se encendieron de nuevo por si solas, con gran asombro y maravilla por parte de todos. Los que no creían en él reconocieron su error, y la audición mística prosiguió con fuerza renovada y duró toda la noche. Y todas las velas grandes se consumieron, mientras que la vela pequeña del Maestro seguía ardiendo como antes, sin perder su brillo ni su sustancia. Muchos se hicieron discípulos de Maulana aquel día.