lunes, 29 de noviembre de 2010

HOMBRE Y MAESTRO

Un constructor fue contratado por un buen hombre para construir y preparar una casa para donar a los necesitados.
El constructor comenzó su trabajo, pero pronto se vio rodeado de curiosos. Algunos querían aprender a construir casas. De éstos, sólo unos pocos tenían la habilidad necesaria. Otros protestaron contra el constructor diciendo:
"Tú escoges sólo a la gente que te gusta".
Otros lo insultaron diciendo: "Estás construyendo esta casa para ti".
El constructor les dijo: "Yo no puedo enseñar a todos. Y estoy construyendo esta casa para una persona necesitada".
Le contestaron: "Has dado la disculpa después de la acusación, y sólo para contestarla".
El dijo: "Pero, ¿y si fuera verdad? ¿Aun así se le seguirá llamando mentira?"
Ellos le contestaron: "Estos son simples sofismas; nosotros no te escucharemos".
El constructor siguió con su trabajo. A varios de sus asistentes se les despertó tanto apego hacia la casa que, por su propio bien, los despidió.
Los detractores exclamaron:
"Ahora empieza a mostrarse tal como es. Ved lo que ha hecho con sus únicos amigos verdaderos: ¡los ha despedido!"
Uno de los amigos del constructor explicó: "Pero lo hizo por una razón suficiente. Es por el bien de los otros".
"Entonces, ¿por qué no nos explica él mismo, todo en detalle?", gritaron.
El constructor, sacrificando el tiempo que necesitaba para terminar el edificio, se acercó a ellos y dijo:
"Estoy aquí para deciros lo que he hecho, y por qué."Inmediatamente todos gritaron: "Al darse cuenta de que su empleado no podía convencernos ha venido en persona, tratando de engañarnos. No lo escuchéis".
El constructor regresó a su trabajo, mientras los otros exclamaban: "Ved cómo se escabulle... No nos puede confundir, pues tenemos mente clara".
Una persona, más imparcial que el resto, les dijo:
"Quizá podríamos llegar a un arreglo en este asunto; es posible que el constructor esté realmente tratando de hacer algo bueno. Por otro lado, si no es así, podríamos determinar la situación, basándonos sobre los hechos y no sobre las opiniones".
Algunas personas estuvieron de acuerdo, aunque la mayoría se opuso. Esta mayoría estaba dividida en dos grupos: quienes pensaban que el hombre imparcial estaba a sueldo del constructor, y quienes creían que era de escasa inteligencia.
Unos pocos se acercaron entonces al constructor, diciendo
"Muéstranos la autorización de tu caritativo patrón, para que podamos convencernos".
Pero cuando les presentó la autorización descubrió que ninguno podía leer.
"Traedme a un hombre que sepa leer y me sentiré encantado, pues podremos poner fin a todo esto", dijo el constructor.
Algunos se alejaron disgustados diciendo: "Pedimos pruebas y todo lo que él hace es murmurar acerca de leer y escribir. . . "
Otros regresaron con astutos analfabetos que aseguraban que sabían leer, y que creyendo que nadie en el mundo podía, le pidieron al constructor grandes sumas de dinero a cambio de atestiguar la verdad de su autorización. Pero el constructor rehusó conspirar con ellos.
Pues verás, las personas que saben leer y escribir son muy escasas en aquel país. Aquellos que pueden leer y escribir no cuentan con la confianza de la plebe o bien tienen otras cosas que hacer. Los hechos son éstos. La gente los interpreta a su gusto.

Miodir Alí Sabri