miércoles, 30 de septiembre de 2009

El pájaro y el huevo

Había una vez un pájaro que no poseía el don del vuelo. Como un pollo, caminaba por el suelo, aunque sabia que algunos pájaros sí volaban.
Sucedió que a través de una combinación de circunstancias el huevo de un pájaro volador fue empollado por éste que no volaba.
A su debido tiempo nació un pichón, todavía con la potencialidad para volar que siempre había tenido, aun desde la época en que se hallaba en el huevo.
Le habló a su madre adoptiva, diciendo: “¿Cuándo volare?” y el pájaro atado a la tierra le dijo:” Persiste en tus intentos de volar, como los otros”.
Porque no sabía cómo enseñarle al pichón a volar, ni siquiera sabía cómo arrojarlo del nido de manera que aprendiese.
Resulta curioso, en cierto modo, que el pajarillo no viera esto. El reconocimiento de su situación lo confundía debido a la gratitud que sentía hacia el pájaro que lo había empollado.
“Sin este servicio”, se dijo a sí mismo, “seguramente estaría aun en el huevo”.
Y aun otras veces decía: “Quien puede empollarme, seguramente debe poder enseñarme a volar. Debe de ser sólo una cuestión de tiempo, o de mis propios esfuerzos sin ayuda, o de alguna gran sabiduría. Si, así es. Un día, de repente, seré transportado a la etapa siguiente por aquel que me ha traído hasta aquí.”

Este cuento tiene diferentes formas, en versiones distintas del Awarif-el-Maarif, escrito por Suhrawardi en el siglo XII, y contiene muchos mensajes. Se dice que posee la cualidad de poder ser interpretado intuitivamente de acuerdo con el nivel de conciencia alcanzado por el estudiante. En el nivel obvio tiene, por supuesto, enseñanzas morales, algunas de ellas ponen en evidencia las bases mismas de la civilización actual. Estas incluyen:
“El suponer que una cosa sigue a otra puede ser absurdo e impedir un ulterior progreso” y “Simplemente el hecho de que una persona pueda realizar una función no prueba que pueda llevar a cabo otra”.