sábado, 25 de septiembre de 2010

El poder de las palabras

Las palabras son sumamente poderosas. Pueden ayudar o destruir, estar llenas de sabiduría o de veneno. Pueden crear un sentimiento de infelicidad emocional o un sentimiento de profunda satisfacción. Piensa entre la diferencia de llamar a alguien amor o querido, o, por lo contrario bestia o estupido, o imagina la diferencia entre describir un budín como cremoso y suave, o tan insípido como la harina y el agua. Con unas pocas palabras puedes glorificar o condenar cualquier cosa. Todas esas palabras vuelven a ti aumentando o mermando tu provisión de alimento.
Existe una historia sobre un maestro de meditación al que le pidieron curar a un niño enfermo con algunas breves oraciones. Un escéptico expresó sus dudas sobre el poder curativo de las palabras. El maestro contesto: “¿Y tu que sabes? Eres un necio ignorante”. El escéptico enfurecido se puso a temblar de ira. Antes de que pudiera responder, el maestro le dijo: “Si estas pocas palabras pueden disgustarte tanto, ¿Por qué otras pocas palabras no pueden curar a este niño enfermo?”.
Las palabras tienen consecuencias, de ahí que sea tan importante hacerte responsable de lo que dices. De otro modo corres el riesgo de crear más y más sufrimiento para ti mismo y para los demás. Si dices algo desagradable o falso, te sientes culpable o mal. Esa desagradable sensación se multiplica cuando hieres con tus palabras los sentimientos de otros. Los rumores pueden correr, y mas personas pueden sufrir. Por eso la práctica esencial del Habla Correcta es animar a todo el mundo a por favor utilizar las palabras con mayor cuidado.
Ronna Kabatznick