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Parece ser que lo invitaron a Nasrudin a un congreso terapéutico en una ciudad muy alejada de la suya. Estaba nervioso por el viaje y por todas las personas desconocidas y por los lugares extraños donde iba a estar. Así es que se dio una vuelta y preguntó a sus amigos como debía comportarse para protegerse de los extraños. “Me han dicho que estaré en un lugar donde habrá mucha gente y muchas camas y me temo que podría perderme en ese extraño lugar con esa gente extranjera”.
Alguien dijo: “No hay ningún problema; hay una solución simple. Antes de irte a dormir, átate un globo al dedo gordo del pie. Cuando te despiertes por la mañana miraras hacia adelante, veras el globo y reconocerás que eres tú”.
Y allí se encontró durmiendo, en esa gran habitación, con muchas camas y montones de personas, de modo que antes de dormirse se ató un globo al dedo gordo del pie.
Por la noche, mientras dormía, alguien se levantó, le quitó el globo del pie y se lo ató al dedo gordo de otra persona. Por la mañana Nasrudin se despertó y miró a su alrededor. Vio una figura en la cama con el globo atada al dedo gordo del pie y dijo: “Ya estamos; todavía no ha empezado el congreso y ya tengo un problema: si aquel soy yo, ¿Quién soy yo en realidad?
