jueves, 11 de noviembre de 2010

Ejemplo

Había una vez un derviche cuya reputación, debido a sus logros espirituales y temporales, se incrementaba con el paso de los años.
Un día decidió casarse. Para sorpresa de todos los que le conocían, eligió la mujer de peor temperamento en muchas millas a la redonda.
Cierto baba errante que le visitó, no mucho tiempo después de su boda, no pudo dominar su curiosidad a la vista de este hombre santo constantemente interrumpido y criticado por una estúpida mujer.
Pidió a su anfitrión que le explicara la razón.
El derviche dijo:
- Hermano, cuando penetres más allá de lo obvio, se te aclararan muchas cosas. Ocurre que las arengas de mi mujer evitan que me convierta en demasiado dominante. Sin ella, mi posición como sabio se me subiría a la cabeza. Además siempre existe la posibilidad de que ella pueda ver, al comparar su conducta con la mía, que podría modificar su rudeza y asegurar su propia felicidad celestial.
Verdaderamente, hay que practicar las imitaciones de los sabios, se dijo entre si el baba.
Quedó profundamente impresionado por la explicación y, tan pronto como volvió a su propio hogar, se caso con la mujer de temperamento mas repugnante que pudo encontrar.
Ella lo injuriaba ante sus amigos, pariente y discípulos. Pero la mansedumbre del baba sólo servía para incrementar su desprecio y sus mofas.
Antes de que hubieran pasado muchos meses, la esposa del baba había enloquecido, y tanto se había acostumbrado a amenazar a la gente si provocar ninguna reacción, que un día empezó una disputa con una mujer aun mas depravada que ella, la cual la mató.
El baba viudo volvió a la vida errante, y un día se encontró otra vez en la casa del derviche a quien explico su historia.
El derviche dijo:- Si me hubieras preguntado, en lugar de precipitarte a poner en práctica un principio medio comprendido, te hubiera dicho que no era una regla general, y cómo ponerla en práctica en tu caso particular. Tratando de beneficiarte, has hecho daño a otros.