miércoles, 17 de noviembre de 2010

Sobre la apariencia

El hombre ordinario juzga a una persona no por sus valores interiores, sino por sus acciones aparentes, por lo que superficialmente parece ser, por lo que la gente dice de él. Este método es aplicable solo para cierto tipo de juicio, y no para otros. Lo que una persona parece ser, depende de lo que se sabe de él. Por ejemplo, un hombre que esgrime un garfio no es necesariamente un asesino; podría ser también un conductor de elefantes.
Los elegido violan muy frecuentemente los cánones superficiales del aspecto, con el fin de no ser afectados por el comportamiento de la masa por su criterio artificial, y en otras ocasiones también para demostrar a aquellos que lo pueden ver, que la conducta de por sí no demuestra el valor interior de una persona.

Pahlawan -i-Zaif