sábado, 6 de noviembre de 2010

Suplicas acumuladas

Era una costumbre establecida en cierto lugar que la gente visitase un santuario y rezase pidiendo buena fortuna.
Hacían una ofrenda al derviche, que cuidaba el lugar, para su mantenimiento y por caridad.
Tras muchos años de esa tradición, cuyos orígenes ya se habían olvidado, llegó un hombre verdaderamente necesitado.
Pero él no pidió nada.
En el momento de su llegada, un individuo caritativo se le aproximó.
El hombre caritativo dijo:
- He hecho voto de dar todo mi dinero en este lugar a la primera persona que encontrase.
Donó cada una de las monedas e su fortuna al hombre verdaderamente necesitado.
Uno de los discípulos del derviche le preguntó por el significado interior de esta transacción.
El derviche lleno de sabiduría le dijo:
- Las suplicas acumuladas estaban aguardando a un hombre necesitado que no pidiese. Tan pronto como apareció, las aspiraciones correctas operaron y las oraciones fueron capaces de tener un efecto verdadero.
- Pero la gente cree que es el santuario mismo el que les trae buena fortuna – objeto el espectador.
- Trae buena fortuna a aquellos que la merecen. Los indignos atribuyen su suerte a haber estado en el santuario. Pero la asignación es a menudo diferente al origen.