jueves, 24 de febrero de 2011

Renunciar a representar personajes

Una lección esencial sobre el arte de vivir que todos debemos aprender es a hacer lo que las situaciones nos exigen sin que por ello nos convirtamos en un personaje con el cual identificarnos. El poder de lo que hacemos se intensifica si actuamos por la acción misma en lugar de hacerlo como medio para proteger, engrandecer o satisfacer nuestra identidad. Cada personaje es una noción ficticia del ser y sirve para personalizarlo, corromperlo y distorsionarlo todo a causa del “pequeño yo” fabricado por la mente y del personaje en cuestión. La mayorías de las personas que ocupan posiciones de poder en este mundo como los políticos, las celebridades de televisión, los lideres de empresa y también los lideres religiosos, se identifican totalmente con su papel, salvo por algunas excepciones notable. Podrán ser personajes VIP pero no son mas que actores inconscientes en el drama del ego, un drama que parece supremamente importante pero que, en ultimas, carece de todo propósito. Según las palabra de Shakespeare, es una “historia contada por un tonto, llena de sonido y furia, pero carente de significado”. Es sorprendente saber que Shakespeare llego a esa conclusión sin tener el beneficio de la televisión. Si el drama del ego tiene algún propósito, este es indirecto: crear cada vez mas sufrimiento en el planeta, el cual finalmente destruye el ego, pese a ser creado por él. Es el fuego en el cual se consume a sí mismo.
En un mundo lleno de personajes que representan un drama, las pocas personas que no proyectan una imagen fabricada por la mente (y las hay incluso en la televisión, los medios y el mundo de los negocios) sino que funcionan desde la esencia profunda de su Ser, que no aparentan ser mas de lo que son sino que son ellas mismas, se destacan como personas notables y son las únicas que logran dejar una verdadera huella en este mundo. Son las portadoras de la nueva conciencia.