Un predicador entusiasta gritaba:
- ¡Quienes quieran ir al Cielo, que se pongan de pie!
Todos se levantaron, excepto un derviche de aspecto andrajoso que permaneció en una esquina.
- ¿Y tú por qué no quieres ir?- rugió el agitador.
El derviche levantó la mirada con parsimonia y repuso:
- Porque aún tengo tanto que hacer aqui...