miércoles, 11 de febrero de 2009

¿Por qué no?

Érase una vez un sufí a quien se le acercó un erudito de una devoción incomparable, célebre por el meticuloso cumplimiento de sus deberes externos. Este hombre le dijo al sufí:
-Observo que no se te ve en las oraciones públicas.
-Así es - respondió el sufí.
El hombre continuó:
-Vistes ropas corrientes, y no las túnicas de varios colores que utilizan muchos sufíes.
-Cierto.
-Y no te reúnes con otras personas para debatir acerca de la espritualidad; raramente te vemos con un rosario en la mano. Nunca te refieres a los grandes maestros, y en apariencia no te atraen las personalidades santas- prosiguió el otro hombre.
-Cierto, cierto, muy cierto-confirmó el sufí.
-Puedo preguntar por qué?
El sufí respondió:
-Porque ocuparme demasiado en tales cosas interferiría con mis actividades espirituales.