sábado, 21 de marzo de 2009

Nasrudín

Tiranía de la mayoría

En cierto momento de su vida, la población entera de su pueblo estaba ya harta de las bromas y confusiones de Nasrudín.
Fueron todos ante el magistrado, y éste dictó una orden:
- Nasrudín, por voluntad de la gente, tengo que declarar que debes abandonar el pueblo.
- ¿Es por unanimidad? – preguntó el Maestro.
- Sí, me temo que es así.
- Entonces me niego a irme. Hay una gran cantidad de ellos y solamente uno solo de mí. Si a ellos no les gusta el pueblo tal como es, pueden irse y construir otro. Pero yo, un solo individuo, ¿cómo podría siquiera empezar a construir una pequeña casa para mí en otra parte?.

La reunión para las elecciones

Sucedió antes de las elecciones. El pueblo había invitado a todos los candidatos para que hablaran ante los ciudadanos reunidos en la plaza pública.
Nasrudín fue invitado a divertir a la gente, en su calidad de personaje exótico.
Después de que los tres candidatos terminaron sus discursos, el Maestro subió a la plataforma y dijo:
- He venido aquí para ofrecerles a ustedes mi propia receta especial. Apúntenla y pruébenla.
Luego dijo que había que hervir cierta cantidad de miel, ajo y pescado, todo junto. Después de lo cual, estaba listo para comerse.
Un número considerable de gente probó la receta. El sabor era nauseabundo. Varias de estas personas entraron furiosas en la casa de Nasrudín, con la intención de saber que se había propuesto con semejante broma.
- Bueno – dijo Nasrudín – Yo no dije que a mi me gustara ese guiso, que en realidad nunca he probado. Pero a mí me pareció una idea tan buena, que quise averiguar si daba buen resultado. ¿No es eso lo que hacen los candidatos para ganar la elección?

Por eso lo aprecian

- Nunca le des a nadie de inmediato lo que te pida, sino hasta que haya pasado por lo menos un día, - dijo Nasrudín.
- ¿Por qué no maestro?
- La experiencia nos demuestra que la gente solo aprecia algo cuando ha tenido antes la oportunidad de dudar de si lo obtendrá o no.