viernes, 20 de marzo de 2009

Relato

Había una vez, no hace mucho tiempo, un cierto edificio infestado de ratas. Los encargados decidieron matarlas.
Una noche diseminaron raticida. Pero a la mañana siguiente el veneno había desaparecido; las ratas se lo habían comido.
“Cambiaremos el tipo de veneno”, dijeron, e hicieron un nuevo intento.
Pero también esta segunda dosis letal fue golosamente ingerida por las ratas, y dejaron signos de que habían aprovechado esta nueva dieta.
Se decidió entonces emplear las viejas tramperas a resorte y para tentar a estas ratas a prueba de veneno se utilizó como cebo suculentos trozos de queso.
Uno de los cazadores de ratas tuvo entonces una inspiración. Puso en las tramperas queso espolvoreado con veneno. “Quizá las ratas hayan desarrollado un gusto por el veneno: quizá les haga bien”, pensó. El nuevo plan se puso en ejecución esa misma noche. A la mañana siguiente las tramperas estaban repletas de saludables y fuertes ratas.
De esta historia se puede extraer toda clase de moralejas y enseñanzas. Pero es absolutamente verídica.**
¿Piensa usted que las fabulas son meros productos de la fantasía y destinados a divertir o instruir?. Las mejores se extraen de la vida real, de la comunidad y de los procesos mentales del individuo.
Idries Shah



**Daily Mail, Londres, 2 de diciembre de 1967, Pág.9, col.3.