sábado, 18 de abril de 2009

Interés y proselitismo



P: Si uno siente algo muy intensamente, ¿no tiene derecho a traspasarlo a otros, a hacerlos “interesarse” y a formar colectivos de gentes que tienen intereses similares?

R: Cualquier de esas cosas podría estar bien, o podría estar mal, dependiendo por entero del tema en cuestión y de la gente considerada. Tendría que considerar esto como inherente a la pregunta. Sólo tienes que mirar a tu alrededor para ver la confusión y la infelicidad causadas por personas que se complacen a si mismas precipitándose a molestar a otra gente y haciendo que se sientan molestas – y por tanto ineficientes- cuando el interés y la propaganda no son sustituidos por conocimiento y acción. Sin embargo, una de las grandes ventajas de esta conducta de “pollo mojado” es que está tan extendida que nos suministra, casi diariamente, ejemplos de su papel horrible y a veces destructivo, permitiéndonos evitarla cuando funciona de esta forma.
Conviene saber que no siempre se pensó que la agitación y la llamada a la manifestación eran la respuesta a los problemas, o incluso que no era beneficioso sufrir los problemas en lugar de compartirlos siempre.
También podemos meditar en las palabras de Anwar-i Suhaili (Las luces de Canopus), donde se lee:

El ruiseñor que no puede tolerar la espina
Es mejor que nunca hable de la rosa.

Por encima de todo, creo que hay una necesidad de saber lo que esta bien, así como una compulsión a creer que uno tiene razón y a tratar de convencer a otros de esto. La primera actitud es quizás importante, pero la segunda es la mas familiar a la mayoría.
Las personas “interesadas” pueden tener razón, pero estar sólo satisfaciendo deseos personales. Llevar a otras personas a compartir estos deseos puede ser admisible, pero sólo, creo, cuando son reconocidos como deseos y no representados como necesidades. En el último caso, si de hecho no hay verdades, la decepción y la autodecepción tomaran su lugar. ¿Puede esto ser bueno?

Idries Shah