miércoles, 19 de agosto de 2009

El viaje

Me encontraba sentado un día en el círculo del Sheik Abbas Ansari cuando vino un joven y pidió ayuda.
“Emprendo un viaje – dijo – y le agradecería que me pudiese dar recomendaciones para los Sufies de Persia”.
El Sheik preguntó acerca de la ruta del joven. Luego dijo:
- Lo siento, no puedo darte ninguna recomendación.
El visitante se alejó tristemente.
Tan pronto como se hubo ido el Sheik comenzó a dictar cartas a sus representantes en Persia, en la ruta nombrada por el joven.
Yo deseaba preguntarle la razón de este comportamiento extraordinario, pero la etiqueta de las sesiones lo impedía.
Algunos días mas tarde, al atardecer, cuando estábamos reunidos después de una sesión de contemplación, el Sheik Abbas nos dijo:
- Si le hubiese dicho a ese joven que visitase a algunos de nuestros amigos, y que seria bien recibido, habría sido incapaz de aprender, porque habría apartado de su mente la determinación para esforzarse, sin la cual no se habría beneficiado de los encuentros. También le habría producido una gran expectación, lo cual habría producido una barrera para su comprensión.
Yo dije:
- Pero, ¿acaso no pensara él que es indigno y quizás desista de hacer el viaje?
- Si hace eso, seria signo de que en cualquier caso le falta la necesaria resolución, y no habría tenido éxito en nada.
Pregunté:
- Pero, ¿acaso no pensara que usted no está interesado en su bienestar, ya que ha rechazado ayudarle?
El Sheik respondió:
-Si se puede volver contra mí de un modo tan sencillo, entonces no puede aprender en modo alguno. Seria como un perro a quien se le niega un hueso, y muerde a quien se lo ha negado, sin pensar porque.
Dije:
- ¿Es acaso indeseable que alguien sienta gratitud hacia otro por su ayuda?
- La gratitud hacia otro tiene un límite. Confiar mucho en la ayuda de otro conduce al desprecio de uno mismo y termina en oposición hacia la otra persona. Esta es una razón por la cual algunas gentes se oponen a aquellos que una vez habían admirado. Les deben demasiado.