martes, 18 de agosto de 2009

El santo y la barcaza

Una vez esperaba a mi lado, en la orilla del río, un anciano derviche. Cuando la barcaza llegó, el barquero gritó:
-¡La tarifa es de un dinar!
Como tenia justo esa cantidad, subí a la barca.
-¿Qué le parece, anciano?- lo llamó el barquero.
-¡Ay de mi!- exclamo el derviche – No tengo dinero.
- Pues entonces os quedareis donde estas- se rió el barquero, empujándolo.
Grité angustiado ente el trato que ese hombre sin dios dispensaba al derviche. Pero el santo anciano llamó:
- ¡No te aflijas por esto, amigo mío! Es Él el que lleva la barca: el buen Dios, que, a salvo, también me llevara a mí. Desenrolló su estera de oraciones y la extendió sobre la superficie del agua. ¡Creí que estaba soñando! Se subió a la estera y cruzo el río navegando… bastante seguro.
- Estaba tan asombrado que no puede pegar un ojo en toda la noche. Al día siguiente, el derviche se rió de mí. ¿Sigues asombrado?- se reía entre dientes- No puede ser mas sencillo. La barcaza te trajo a ti. Dios me trajo a mí.

SAADI