Pero existe una alegoría muy antigua relacionada con esta creencia de que las cosas están establecidas de cierto modo en el mundo y que nadie puede cambiarlas. Se trata del:
Cuento del cachorro que sollozaba
Érase una vez un hombre que quería engañar a una mujer para que creyese que cierto perro era la reencarnación de su anterior esposo, de tal modo que pudiese vendérselo y sacar un gran provecho de lo que era un perro mestizo sin valor.
De modo que todos los días durante varias semanas, alimento al cachorro con un pan untado con mostaza cada vez que sentía hambre. Naturalmente esto provocaba lágrimas en los ojos del perro.
Entonces fue a ver a la mujer y le dijo que simplemente le tenía que vender el animal, ya que había tenido una visión de que se trataba de su esposo muerto bajo otra apariencia.
Ante las dudas de la mujer, le dijo:
-Hagamos una prueba, ya que no es necesario que me crea sin ver algo con sus propios ojos. ¿Recuerda que usted solía alimentar a su querido esposo y que a él le gustaba su comida?
Hagamos que lo recuerde. Traiga un trozo de pan, ofrézcalo al perro y, si muestra un interés insólito, sabrá que lo que le digo es verdad.
La mujer trajo el mendrugo de pan y se lo ofreció al cachorro, quien en vez de engullirlo, la miró con ojos de reproche, llenos de lagrimas.
De modo que ella compro el perro y lo cuidó exquisitamente, y nada pudo convencerla de que no se trataba de su esposo: ¿acaso no había tenido prueba de ello?
Idries Shah