miércoles, 16 de septiembre de 2009

La Bendición

La luz de la gracia de Dios cambió tanto a un pecador, que este tomó la decisión de entrar en una comunidad de religiosos.
La vida diaria le resultó difícil, pero la influencia de aquellos resultó tan benigna que toda maldad, toda lascivia y toda pasión desaparecieron.
Pero, aunque los humanos podemos ser perdonados por Dios, las lenguas de los hombres son cosas distintas. Allá donde fuere oía todo tipo de murmuraciones.
“Es un hipócrita. No durará mucho. Un tipo con su historial no cambiará nunca.”
“¿Creéis de verdad que ha dejado sus vicios? Me he enterado que ahora es peor de lo que ha sido nunca.”
“¡No hay mas que mirarlo! Todo es apariencia”.
Al fin, no pudo soportarlo más y fue a ver al superior de la orden religiosa.
- Estoy cansado de todas estas maledicencias – se quejó.
- ¿No te das cuenta de la bendición que tienes? – le dijo apesadumbrado el superior - . Es un favor que Él te ha concedido, pues sabes que eres mejor de lo que piensan los demás. Compara esta gracia con mi propia suerte. Todos creen que soy perfecto, pero…¡Bien sé que soy la mismísima imperfección!