lunes, 25 de enero de 2010

128

Como la rosa río con todo mi cuerpo, no sólo con mi boca, pues yo estoy sin mí, solo con el rey del mundo.
Tú que llegaste con la antorcha y en el amanecer raptaste mi corazón, envía mi alma tras mi corazón, no secuestres mi corazón solo.
No hagas con rabia y envidia a mi alma una desconocida para mi corazón; no dejes a la primera aquí, y no convoques al segundo solo.
Envía un mensaje real, emite una invitación general; ¿hasta cuando, oh sultán, estará el uno contigo y la otra sola?
Si no vienes esta noche como ayer y cierras mis labios, armaré un centenar de alborotos, alma mía, no me lamentaré solo.

RUMI