Como la rosa río con todo mi cuerpo, no sólo con mi boca, pues yo estoy sin mí, solo con el rey del mundo.
Tú que llegaste con la antorcha y en el amanecer raptaste mi corazón, envía mi alma tras mi corazón, no secuestres mi corazón solo.
No hagas con rabia y envidia a mi alma una desconocida para mi corazón; no dejes a la primera aquí, y no convoques al segundo solo.
Envía un mensaje real, emite una invitación general; ¿hasta cuando, oh sultán, estará el uno contigo y la otra sola?
Si no vienes esta noche como ayer y cierras mis labios, armaré un centenar de alborotos, alma mía, no me lamentaré solo.
RUMI