miércoles, 30 de marzo de 2011

Sin comentarios


Un día se me invitó a la casa de un distinguido psiquiatra. Me recibió en su estudio, donde también se encontraba otro invitado. Mientras estuvimos en el estudio, este hombre hablo muy locuazmente. Fuimos a otra habitación a escuchar algunas cintas grabadas. El otro invitado interrumpió frecuentemente la audición con sus opiniones. Cuando se sirvió la comida, el mismo hombre monopolizo la conversación. Tras la comida, habló y habló mientras tomábamos café en el salón. Finalmente se marchó, y yo me quede para finalizar algunos asuntos con nuestro anfitrión. Le dije: - Ese hombre habló mucho cuando estábamos todos en el estudio, - Si- dijo el psiquiatra – eso se debía a que no te conocía y se sentía nervioso. - Pero, habló mucho mientras estábamos escuchando las cintas, - Si, porque sentía que eran un desafío para él. - Y hablo durante toda la comida, - Si, eso fue porque con la presencia de mi esposa se sentía mas distendido. - Y luego hubo toda esa conversación después de la comida, mientras estábamos tomando el café, - Si, eso se debía a que el salón era demasiado grande para él, y pensó que debía llenarlo con su voz para compensar. - Supongo que no cesaria de hablar si se encontrase en una habitación pequeña, ya que se sentiría comprimido- le dije - Si, es una buena suposición- dijo el psiquiatra.


Idries Shah