sábado, 7 de noviembre de 2009

La doncella turca

Yusuf al-Razi ilustra esta capacidad de leer las mentes, y también como los demás carecen de ella y juzgan por las apariencias, en su famoso relato, que se encuentra e el Memorial de los amigos, de Attar.
Se cuenta que un mercader persa, que partía de viaje, pidió a Hiri que cuidara a una doncella turca. Hiri se enamoró de esta joven y decidió que debía ver a su maestro, Abu- Hafs, el Herrero. Abu- Hafs le dijo que viajara a Raiyy y allí obtuviera el consejo del gran Sufi Yusuf al- Razi.
Cuando llego a Raiyy y pregunto a la gente dónde se encontraba la morada del sabio, le dijeron que evitara a ese hombre herético y librepensador, de modo que volvió a Nishapur. Al informar a Abu- Hafs, éste le dijo que ignorara las opiniones de la gente y volviera a buscar al Sufi.
A pesar de las casi unánimes presiones de la gente de Raiyy, fue a donde se encontraba al-Razi. Allí encontró al anciano, acompañado por un hermoso joven que le entregaba una copa de vino.
Escandalizado, Hiri exigió una explicación de tal conducta en un reverendo contemplativo.
Pero al-Razi le explicó que el joven era su hijo y que la copa de vino, que había sido abandonada por alguien, sólo contenía agua. Esta era la realidad de su estado, que todo el mundo imaginaba como una vida de disipación.
Pero ahora Hiri quiso saber por qué el Sufi se comportaba de una manera que la gente interpretaba como herética.
- Hago estas cosas – dijo al-Razi – para que las personas no vengan a molestarme con doncellas turcas.